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El Palacio Municipal de Astorga


El palacio Municipal de Astorga, símbolo y testigo


Palacio Muncipal. Plaza de España. 24.700 Astorga (León).

Se trata de un edificio del SXVII rematado con un reloj en el que cada hora una pareja de muñecos vestidos de maragatos dan la hora alternándose en sus campanadas.

Se puede visitar el interior en horas de oficina.


 

por Luis Alonso Luengo

Fue hace bastantes años: Los Maragatos del Reloj del Palacio Municipal de Astorga acababan de dar las doce campanadas sobre el aire traslúcido de la Plaza. Víctor de la Serna que conmigo y con mi padre (gran investigador éste de la última historia medieval astorgana) contemplaba el espectáculo, me apretó el brazo y nos dijo aquella frase centelleante que luego llevó a su libro La Ruta de los Foramontanos: Nada más civilizado (más de Ciudad) que este Palacio levantado a la gloriosa Institución Municipal. En una pieza y, en su género, puede ser el más proporcionado y bello de España.

Y continuó Víctor:

-¿Y el misterio de las torres separadas de la parte central del edificio?.

- Sí, (corroboramos) un misterio que descubrió Gómez Moreno en la Catedral de León como signo arqueológico constructivo para que las torres fueran un apoyo más de la fragilidad del gótico, pero que no resolvió el problema estético, porque las dos torres desiguales afean la fachada, problema que quedó resuelto en la Catedral de Astorga, con igualdad de torres separadas, signo que luego fue llevado al Palacio Municipal de Astorga agilizando el barroco civil que no fue utilizado en los palacios municipales de León y Ponferrada que dejaron unidas sus torres al centro, afeándolo notoriamente.

Víctor, señalando ahora el escudo de España que centra el grandioso edificio:

- Pues claro. ¿Y es que este escudo que, junto a las armas de España, ostenta las de Portugal, y que por su fecha (me acaba de contar tu padre) no corresponde a etapas de fusión hispano-portuguesa, lo que hace es hablarnos de la amistad unitaria permanente de la "Península Ibérica" que aquí se gestó, nada más y nada menos, que por aquel redomado hereje priscilianista, y después santo, Dictino, que la llevó con veintiséis Obispos más, al Concilio I de Toledo?.

Nosotros continuando su catilinaria:

- Cosa que se corrobora y adquiere sentido con el hecho de que este Palacio sea el estuche guardador (con privilegios reales de más de un milenio), de la "Bandera de Clavijo", la que ondeó en manos del astorgano Osorez (antecesor de los Osorios, Marqueses de Astorga) en la famosa batalla eje espiritual y bélico del Santiaguismo Español.

Víctor de la Serna remachó con énfasis:

- Una bandera por un Marquesado, ¿no es tanto como "un reino por un azor"?

Quedamos en silencio. Lo rompió mi padre para indicar a nuestro visitante, cómo, en la torre de la izquierda del Ayuntamiento, el escudo del Marqués, tenía picadas sus armas en señal de ignominia.

-¿Un escudo infamado?, preguntó Víctor.

- Naturalmente (corroboró mi padre). Pero infamado por aquel infame Mariscal francés Jeaninne que, Gobernador Militar de Astorga al ser conquistada la Plaza por las tropas napoleónicas, conminó al Corregidor, en escrito que conserva el Archivo Municipal, para que picara este escudo por haber sido condenado el Marqués a ello por el Emperador, en virtud de la traición que suponía el cargo que ostentaba de "Presidente de la llamada Junta Nacional de Defensa Española" frente al invasor, escrito que Jeaninne concluía así: "Os doy 24 horas para picar el escudo, si no lo hacéis me veré obligado a picarlo a cañonazos, de V.I. atentísimo servidor B. Jeaninin".

Víctor de la Serna escuchaba ahora meditativo, para luego, tras pasar la mano para acariciar su cabellera rebelde de castellano del mar, lanzarnos estas frases como dardos:

- Y si picado sigue el escudo; ello para los astorganos significa, no ignominia, sino alto honor.

Y añadió:

- Muchas veces se ha dicho, y tú lo has repetido. Si Castilla exaltó a sus héroes hasta el punto de crear para ellos los Cantares de Gesta (Mío Cid Campeador, Laín Calvo o Nuño Rasura), León creó las Instituciones (y sus grandes hombres lo fueron en tanto en cuanto supusieron germen de Instituciones), las Cortes, derivación del Aula Regia; el Municipio; el Concejo abierto, etc., etc., y con ello revelador de prototipos del diario vivir el primero (Don Juan), que según Maeztu salió de un romance novelesco de Riello, después las vivencias de Delgadina o los desplantes del Rico Franco -germen luego de honor Calderoniano.

Y yo pregunto: ¿Qué más alta Institución puede León crear que el Municipio, y que‚ reflejo arquitectónico más claro pudo tener el Reino, que este edificio Municipal, alzado en el eje del Camino de Peregrinos a Compostela -Europa entera a sus pies- y que es estuche de la primera enseña de nuestra reconquista la Bandera de Clavijo?.

Víctor de la Serna, tras este momento de ilusión viajera ante el Palacio Municipal de Astorga, se separó de nosotros, pues iba a saborear las evocaciones de sus años de niño, cuando vivió en Astorga con su madre, Concha Espina, quedando citado luego con nosotros, para almorzar, pues aquel día se casaba mi hermana María Pilar y en el banquete de bodas había de pronunciar Víctor, inesperadamente, uno de los mejores discursos de su vida contando su niñez en Astorga y, la impronta entonces, de la extravagante y genial estancia de Gaudí en la ciudad (lástima de cinta magnetofónica que hubiera conservado su palabra) y ello, con la exaltación más alta de nuestro rincón por uno de los más originales ingenios de España.

Luis Alonso Luengo (Cronista Oficial de Astorga),para La Luz de Astorga

junio de 1997