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Costumbres y datos de los pueblos de la diócesis de Astorga
José Manuel SUTIL PEREZ
El canto del "ramo" ha sido tradicional -actualmente se ha vuelto a recuperar- no sólo en la comarca de Maragatería, sino en todas las comarcas leonesas, como podemos demostrar por una abundante documentación.
Tres son las modalidades de ramos que nos podemos encontrar en el folklore tradicional maragato y leonés: "Ramos festivos" normalmente en honor de la Virgen o del Santo patrón, "ramos de boda" -en los que incluimos los "ramos de Misacantano" y los "ramos de Navidad", de los cuales nos ocupamos en este trabajo.
El "canto del ramo" ha estado durante siglos unido a la religiosidad popular lo mismo que el "ex-voto", con el que tiene mucho en común. Aunque los motivos de "cantar el ramo" son múltiples, sin embargo, pienso que en la base del mismo -igual que en el exvoto- es un ofrecimiento de carácter religioso popular. El exvoto es el cumplimiento de una promesa, de un ofrecimiento y el ramo, en la mayoría de los casos, también. Se distingue del exvoto en que éste para que sea considerado como tal, tiene que ser público, permanente y testimonial, pero no permanente ya que, en la mayoría de los casos, los elementos de los que consta: cera, frutos, dulces, flores, est n destinados no a permanecer sino a consumirse.
Después de estas elementales notas para situar al lector, le ofrecemos varias muestras de "ramos de Navidad".
Ramos de Navidad en MaragateríaEs muy abundante en la documentación del Archivo Diocesano -especialmente en los libros llamados de "fábrica"- anotaciones y referencias al "ramo de Navidad" y otras costumbres populares relacionadas con las celebraciones navideñas y que caen, de lleno, dentro de la religiosidad popular. Como en la relación de la mayoría de los pueblos de Maragatería de los que tenemos documentación sobre el tema, nos llevaría a un trabajo exhaustivo (desproporcionado al espacio cedido para el presente artículo), nos detendremos en varias localidades más significativas, dejando para su momento la publicación completa sobre tan interesante tema, relacionado de lleno con la cultura tradicional maragata y leonesa.
a) Morales de la Somoza o del Arcediano
Es curioso el caso de este pueblo situado a la vera del Turienzo, por la rica documentación que nos ofrece sobre costumbres y tradiciones relacionadas con la religiosidad popular, que ha llegado hasta nosotros gracias a la pluma de unos párrocos que son los mejores notarios que los tiempos pasados nos ha dejado.
La primera mención del "ramo de Navidad" en Morales la encontramos en el apartado de "Cargo de Maravedises" del año de 1790. Tres menciones nos ha dejado el párroco don Pedro Arias de Prada:
En primer lugar se nos confirma con estas anotaciones del párroco que además del tradicional "canto del ramo" la "noche de Navidad" se ofrecían al niño Jesús o -como en este caso de Morales a la Santísima Virgen- ofrendas como "corderas" o dulces típicos, como "roscas". Probablemente al terminar la celebración litúrgica se subastaban las ofrendas en especie o en animales que se habían ofrecido en el ramo. Sin duda que en estos ramos y ofrendas navideñas eran los jóvenes y no las mozas las que tenían un protagonismo destacado, como hemos comprobado en otros pueblos cercanos a Morales, como es el caso del Val de San Lorenzo, quedando para las fiestas de la Virgen la Carballeda en el Val y la del Rosario en Morales- la intervención exclusiva de las mujeres. En el apartado de "Cargo" de 1821 anotó el párroco don José García Melgar: "Yten de un ramo que dieron las mozas a Ntra. Sra. del Rosario ocho rls.".
Por último, en 1816, de nuevo el párroco de Morales, don José García Melgar, anotó en el cap¡tulo de "Cargo": "Yten de ramos de ofertas de Navidad treinta y cuatro rls.".
Por si quedaba alguna duda de las ofrendas que portaba el "ramo de Navidad" el mismo párroco de Morales anotó en las cuentas de 1818: "Yten de ramos de roscas la noche de Navidad trece rls.".
b) Val de San Román
El Val de San Román es otro de los pueblos de la Maragater¡a que no ha centrado el interés de los investigadores y estudiosos del folklore maragato -todo lo contrario sucede con el inmediato de Val de San Lorenzo- sin embargo, al igual que Morales, es muy rica su documentación, en cuanto a la religiosidad popular se refiere.Don Fernando de la Trapiella y Montemayor, "cura de los Vales", dejó anotado en las cuentas de 1761, capítulo de "Cargo": "Más un real de las manzanas que ofrecieron el d¡a de Navidad...". Está claro que las ofrendas del "ramo de Navidad" eran muy variadas y que al ser subastadas contribuían a los ingresos de la parroquia.Es el mismo cura, don Fernando de la Trapiella, el que en las cuentas del año 1772 anotó: "Más cinco quartillos de roscas el d¡a de Navidad".En el año de 1775 anota: "Más dos quartales de roscas y bollos d¡a de Navidad".Por último, el cura del Val de San Román el año de 1776 en el capítulo "Cargo de pan" dejó anotado: "Más dos quartales y diez quartillos de centeno de las roscas del d¡a de Navidad...".Es interesante esta anotación pues por ella sabemos que la materia prima de "las roscas de Navidad" era el centeno y que las jóvenes que ofrecían el ramo lo compraban a la panera de la parroquia. Durante el resto del siglo XVIII se mantuvo la costumbre del "Ramo de Navidad" en el Val de San Román, alternando los ramos de "roscas" con los de "manzanas" como ofrenda que, posteriormente se subastaba.
Ramos de Navidad en la CepedaEn la Cepeda, comarca rica en tradiciones y no muy estudiada hasta ahora en este aspecto, eran frecuentes los "ramos de Navidad" en sus pueblos. Para no excedernos del espacio que nos han dado, mencionaremos solamente al pueblo de Zacos.
Zacos de Cepeda
Es la tradición oral la que nos ha dado los datos sobre el "ramo de Navidad" en este pueblo. En Zacos intervenían mozos y mozas y un grupo de pastores. En el ramo se ofrecían manzanas, naranjas y la "paneta" -anguila de dulce muy típica en el tiempo navideño. No faltaba el canto de entrada en el pórtico del templo, pidiendo permiso para entrar a cantar; ofrecemos unas letras al lector:
"En este portal estamosa la luz de las estrellas,
esperando al Mayordomo
que nos venga a abrir las puertas".
Los pastores llevaban un carrito adornado también con frutos de la época, especialmente manzanas y la t¡pica "paneta". Los mozos del pueblo que también llevaban su "ramo de Navidad", después de pedir permiso, algún año cantaron ya dentro del templo:
"Apártense los señores
y no miren de frentepues si no me conocéis
soy el hijo el Presidente".
Para terminar decir que el día de Navidad, después de la Misa mayor, en la plaza delante de la Iglesia se sorteaban tanto el "ramo" de mozos y mozas, como el "carro" de los pastores. La recaudación se entregaba parte al párroco y parte para una merienda juvenil. Recomiendo al lector que quiera ampliar este tema de los ramos en esta localidad cepedana la lectura del libro "Zacos", edición preparada por el Archivero diocesano y el párroco de Zacos.
La documentación más rica de la sección "Parroquias" de nuestros archivos diocesanos, se encuentra, sin duda, en los libros llamados de "fábrica", y dentro de ellos, en las Visitas Pastorales que, con regularidad, los prelados hac¡an a las distintas iglesias de la diócesis.
A través de los llamados "Autos de Visita" se pueden conocer no sólo la vida espiritual y cultural de las parroquias, sino, también muchos aspectos de la vida social de las mismas -muchas veces indisolublemente unidos a la vida religiosa de la parroquia- sobre los que recaen los Autos de Visita del Obispo para corregirlos, algunas veces, y para suprimirlos, otras. Es frecuente el encuentro o roce entre la autoridad eclesiástica -en el tema que nos ocupa el Obispo- y la indiosincrasia o cultura popular de los pueblos visitados. Los "Autos de Visita" sin pretenderlo, fueron beneficiosos para el estudio y conservación de la cultura o religiosidad popular, ya que al prohibirla o corregirla nos da noticia de la misma en su rica variedad de matices, estilos y modos de entender la ida de una época lejana para nosotros. Por otra parte, seguramente que sin estas prohibiciones episcopales nunca hubiésemos tenido ocasión de conocer la cultura popular de muchos de nuestros pueblos y comarcas. Por este motivo son en cierto modo injustas las acusaciones contra la Iglesia, la cual, según muchos, se llevó por delante al querer cristianizar la sociedad, valores etnográficos de gran riqueza, culturalmente hablando.
Como un trabajo de investigación exhaustivo sobre "autos de visita y costumbres populares", exigiría muchos tiempo y espacio, me he decidido por estudiar los autos de visita que promulgó el prelado astorgano, Jos Bermúdez y Mandía (1729-1736). Este prelado gallego, nacido en Ferrol y perteneciente a la "ilustre familia de los Bermúdez de Galicia", y canónigo Lectoral en la Iglesia de Santiago de Compostela, fue nombrado Obispo de Astorga por el Papa Benedicto XIII el año 1728, tomando posesión de la sede de Santo Toribio el 24 de enero de 1729. Fallecido el d¡a 3 de marzo de 1736.
Tres fueron las visitas pastorales llevadas a cabo en la dilatada y difícil geografía de la diócesis de Astorga: años de 1729, 1730 y 1732. Entre los temas relacionados con las costumbres populares, sobre los que recayeron autos de visita del obispo Bermúdez y Mandía, he entresacado 14, que son los siguientes según orden alfabético: Arrieros, asientos en la Iglesia, bailes, bodas, campanas, cofradías, concejos, confesores, exvotos, entierros, fiestas del Mayo, filandones, hacenderas, hospitales, ganados, juramentos, ofrendas, plañideras, postores, procesiones, rodados, supersticiones, tormentas, veceras.
Como exceder¡a con creces el espacio cedido para este trabajo si me detuviera a estudiar y analizar cada uno de estos 24 temas que en las visitas pastorales cayeron bajo autos de visita, ofrecemos al lector los más representativos.
En el mundo rural la muerte siempre marcaba de un modo especial alas gentes que participaban en el fallecimiento del familiar o vecino, desde el velar al difunto hasta el hacer la "poza por vel¡a", o portar las insignias religiosas en las varis procesiones que se hacían con motivo del entierro. Realmente el tiempo se deten¡a cuando las campanas de la parroquia anunciaban de un modo lúgubre que un vecino ya "entraba en pasión" -entrar en la agonía- o cuando anunciaban el fallecimiento del "biendichoso". En toda esta parafernalia o ceremonial fúnebre ocuparon en tiempos pasados -y no tan antiguos- un puesto muy destacado y casi imprescindible "las plañideras". Las plañideras eran mujeres a las que la familia del "finado" en cierto sentido "alquilaban" para que externamente fuesen un poco las portavoces del sentimiento y dolor familiar por la muerte del ser querido. Según los autos de visita las plañideras se encontraban en todas las comarcas y parroquias de la diócesis. Entre los autos de visita sobre las plañideras que dio el Obispo astorgano mostramos dos parroquias de la Valder¡a: Castrocontrigo y Nogarejas y un pueblo de la Maragater¡a, llamado Morales del Arcediano o de Somoza.
Muy arraigado deb¡a estar en Morales la costumbre, dada la nota marginal que nos dejó el Cura: "Acerca de este Mandato voy poco a poco con re-prehensiones de freno. Quitarlo del todo es imposible moralmente. El párroco Andrés Santos Varela".
Como podrá comprobar el lector el auto de visita de la parroquia de Morales no tiene desperdicio y es el más completo, tanto por los motivos que se dan para prohibir "tan pernicioso abuso", como por la descripción de la costumbre popular de las plañideras. Lagunas de Somoza (en el Arciprestazgo de la Somoza)
Otro de los Arciprestazgos visitado por el obispo Bermúdez Mandía fue el de la Somoza, en 1732 y, entre los pueblos visitados, está Lagunas de la Somoza. El interesante manuscrito de visita pastoral, de 23 pueblos de la Somoza que el Obispo visitó en 1732, únicamente, a Lagunas y a Quintanilla, los nombra con el apelativo de la comarca, es decir, de la Somoza. Todas las demás localidades visitadas se denominan por su nombre, sin el apelativo comarcal.
Realmente muchas cosas podríamos escribir, si tuviéramos tiempo y espacio, sobre la Villa de Lagunas de la Somoza, que así aparece mencionada en la documentación esta localidad, maragata, cien por cien.
Tanto de la historia anterior al fenómeno maragato, que guste o no guste es relativamente muy reciente, como de la actividad arriera en los siglos XVI al XIX que, dada su población, comparándola con otras poblaciones maragatas, tuvo un número muy elevado de arrieros, hasta el mostrar al visitante el arte de su Iglesia en la que se conservan restos de un magnífico románico, renacentista y barroco.
No obstante, en este artículo damos al lector la panorámica de la parroquia que el obispo Bermúdez vio en su visita pastoral en 1732: Lagunas de la Somoza
Cura: Visitó su Ilustrísima la Iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción, de dicho lugar, a 6 de dicho mes de Noviembre de 1732, la que halló aseada y decente, con todos los ornatos y los feligreses medianamente en Doctrina. Cura Dn. Justo de la Iglesia y Rodríguez, natural de Truchas de Cabrera, la Alta. Curato de libre provisión de Su Ilustrísima. Sácale el Abad de Peñalba 3 Quartales de trigo. Pone Justicia el Sr. de las Regueras. Confirmados: 208 más 6.
Cofradías: La del Santísimo que renta 3 quartales de pan y 28 rls. Alcance al Mayordomo en 302 rls. y 8 quartales de pan. La de San Pelayo en su Ermita, que renta 9 quartales y 66 rls. Alcance al Ma-yordomo en 186 rls. Mandó su Ilustrísima que se le dé retejo.
Mandatos: Que se deshagan algunos errores. Comprar libro para las quentas de fábrica. Conferencias Morales. Que se haga Tabla de Aniversarios. Que se haga Inventario. Que se ponga en la Tabla de Aniversarios el que fundó Fernando de Mendaña. Sobre los Desposados de futuro, que no se les permita lo que en esta tierra llaman ir a las vistas, hombre y mujer en la misma caballería.
Capellanías: Una colativa, fundada en la Ermita de San Pedro, con cargo de una Misa rezada, de semana, en la dicha Ermita. Capellán Dn. Domingo Alonso de la Puente, Subdiácono, natural de este lugar. Certificó el Cura del cumplimiento. Mándasele al Capellán que, dentro de un mes, ponga copia de la Fundación en el Archivo de esta Iglesia. Vale 50 ducados.
Fábrica: Renta 7 quartales de pan y 120 rls.
Ermitas: La de San Pedro: que se encale y se dé de blanco y que se haga nuevo el Cáliz y su Patena. La de San Roque: que se mantenga decente. La de San Pelayo: que se le dé retejo.
Sacerdotes que viven en dicho lugar: Dn. Manuel de Astorga, a título de Patrimonio. Visitada las licencias de Celebrar y Confesar, que le quedan absolutas, como las tenía. Dn. Miguel Mendaña, a título de Patrimonio, le queda la licencia de Celebrar, absoluta, como la tenía. Manda Su Ilustrísima que se deje ver por Astorga para darle un repaso sobre Ceremonias, pues lo necesita.
Subdiácono: Dn. Domingo Alonso.
La torre de la iglesia de la villa del Val de San Román (1850)
Val de San Román -en la documentación se denomina siempre como "Villa" y, en la más antigua, "San Romano"- es un pueblo situado a la vera del Turienzo que siempre destacó, dentro de la hoy conocida como Maragatería, como pueblo eminentemente agrícola, no dedicado a la arriería, ni a cardar y tejer, como su vecino el Val de San Lorenzo. Tal vez la inmediatez del Val de San Lorenzo ha dejado un poco en la penumbra a este pueblo que, por los documentos de su archivo parroquial, tuvo una historia muy relevante en el valle del Turienzo. Las partidas de bautizados de su archivo parroquial ocupan el segundo lugar en antigüedad (1549), entre las casi 800 parroquias de la Diócesis, que tienen sus libros depositados en el Archivo Diocesano.
Hoy, sin embargo, vamos a detenernos con la torre de su iglesia parroquial, perfectamente documentada en el libro 2º de la fábrica de su archivo. Estaba de párroco don Juan Cotado y el mismo escribe una solicitud al "Sr. Gobernador sede vacante del Obispado de Astorga", exponiéndole la situación preocupante de la torre de la iglesia:
"(...) Que advirtiendo se hacen cada vez m s notables algunas aberturas, que hace años se notan en la espada¤a de la iglesia parroquial del Val de San Rom n, ha llegado a temer se desmorone el d¡a menos pensado y ocasione, adem s de otros da¤os imprevistos, la completa ruina del cuerpo de la Iglesia. Contando la f brica con recursos suficientes para costear la obra que a juicio de Maestros inteligentes sea necesaria, a V. Se¤or¡a suplica se digne autorizarle para que pueda obrar seg£n la necesidad lo exiga. Val de S. Román, 4 de Abril de 1850".
Hasta aqu¡ la solicitud del p rroco y los motivos preocupantes que da para reconstruir de nuevo la espadaña de la iglesia del Val de San Román.
A continuación ofrecemos al lector el contrato y condiciones de la obra de la espadaña que dos canteros gallegos hacen con el párroco y el alcalde del "Val de Arriba", que as¡ se le denomina familiarmente por los pueblos vecinos:
"Decimos nosotros José Rivas y Pedro Bazquez, Maestros canteros y vecinos el primero de Santa Cruz de Lobezan (Orense) y el segundo de Villarino de Montes (Pontevedra), que por esta nos obligamos con nuestras personas y bienes a construir la espadaña de la Iglesia de esta villa de Val de San Román en todo conforme al plano que aqu¡ se nota (...), sin variar lo sustancial de la obra: siendo de nuestro cargo el arranque de la piedra, cernir la cal y acribar la arena; y todo ello en la cantidad de seis mil reales. (...) Y se advierte que las pilastras, fajas y cornisas habrán de ser de piedra labrada y lo demás de la obra de buena mamposter¡a. (...) D. Juan Cotado y Dn. Francisco Quintana, el uno Párroco y el otro Alcalde se obligan a entregar la menciona cantidad de los términos y plazos prefijados lo mismo que proporcionar todos los materiales y acarretos que fueren necesarios. Y por ser verdad lo firmamos en Val de San Román a 28 de Mayo de 1850".
Firman el contrato de la obra los dos canteros gallegos, el párroco y el alcalde. Por el documento sabemos que la torre anterior era también espadaña y, probablemente, la actual es una copia de aquella. Por el plano que acompaña tiene "26 varas de altura". No me atrever¡a a afirmar que sea la más esbelta de Maragatería -es posible que en calidad y esbeltez sea la mejor la de Quintanilla de Somoza-, sin embargo, si está entre las primeras. Si buena es la espadaña hermosa es la iglesia en su interior, especialmente su retablo mayor y el retablo de la Concepción en el brazo izquierdo del crucero. En 1738 José Suárez Castañón, "Maestro de Arquitectura" interviene en la "custodia expositor" del retablo mayor y le abona la parroquia 900 reales vellón. A Francisco Antonio Nuñez Arias, dorador y vecino de Ponferrada, se le abonan 130 reales, "por el dorado del Sagrario y pintura de la puerta de dicho Sagrario". Muchas más cosas podríamos decir referentes a la historia, arte, tradiciones, de Val de San Román; queden estos datos, como una m¡nima muestra, por hoy.
Santiago de Millas en tierra de maragatos
De las tres carreteras comarcales que el viajero, turista, erudito, o simplemente curioso, puede escoger para adentrarse en la antigua Somoza, hoy Maragatería, a la salida de Astorga, la de la izquierda le lleva, después de pasar Morales del Arcediano -el "Valdecruces" de La Esfinge Maragata- a la antigua capital de la Maragatería arriera: Santiago de Millas o Santiago Millas. La distancia es de unos diez kilómetros.
Pasado Morales y el puente sobre el r¡o Turienzo, querido viajero, "una mordaza de melancol¡a" te invadir por la austeridad del paisaje que atraviesas. Llegado a la Caseta del Palo, divisarás a tu izquierda un núcleo de población sobre el que destaca una esbelta torre con reloj, la giralda de Maragatería, sobre el otero conocido por Peñauva. Te aconsejo que sigas la carretera y te encontrarás con el Barrio de Abajo de Santiago Millas. Si quieres sacar un buen v¡deo del Barrio de Abajo del pueblo maragato, te indico dos puntos estratgicos: el primero, la ermita de San Miguel. Desde all¡ tendrás una panorámica del Barrio de Abajo extraordinaria. El conjunto de casas -algunas de ellas de ricos arrieros, es decir, maragatas- orientadas al mediodía, te ofrecen una visión señorial de la pasada opulencia maragata. La ermita de San Miguel -aunque muy transformada por sucesivas reformas- es un buen edificio religioso en su estilo y ya se menciona a mediados del 1500.
El otro punto es el otero de -Peñauva-, donde está la torre y el reloj, obra de 1929. Además de la preciosa panorámica, que desde allí se divisa con el mítico Teleno al fondo, no pases de largo por el "conjunto monumental arriero" que está a los pies del otero del reloj: un barrio inacabado de arrieros maragatos. En el pueblo le denominan los cercos, pero realmente son casas maragatas sin terminar. El ferrocarril tuvo la culpa. Podrás contemplar asombrado las plantas de las casas, rectangulares, y el arco pétreo de medio punto, como testimonio de las pasadas glorias maragatas. Si antes de subir a tu coche tu estómago te hace algún aviso tienes, al otro lado de la calle, la hospeder¡a del Guts Muths, y, un poquito más abajo, Casa Gloria; en los dos establecimientos te atenderán muy bien y quedarás plenamente satisfecho de la cocina maragata y de la t¡pica cubierta de cúpula de la antigua cocina de Casa Gloria, muy bien restaurada.
Una vez que has satisfecho los reclamos gástricos, te subes a tu coche y por la misma carretera, te acercas a la Caseta del Palo y tomas dirección hacia el otro núcleo de población de Santiago Millas: el Barrio de Arriba. Como necesariamente tienes que pasar por delante de la Iglesia del Señor Santiago, si está abierta, no dudes en visitarla. Tienes partes del siglo XIII, del XVI y del XVIII. Te llamará la atención Santiago Matamoros, blandiendo su espada, sobre blanco caballo, en un intento inútil de avance, de finales del XVII. También reclamará tu atención el Exvoto del maragato Fernando Pollán que en 1745 se lo ofreció a San Antonio de Padua por "los grandes favores recividos".
Te aconsejo que aparques tu coche y, abandonada la carretera, te adentres en el Barrio de Arriba por la calle denominada Camino de Astorga. Enseguida podrás observar el ambiente arriero de la arquitectura popular maragata: calles muy amplias y muy abundantes, las entradas con arco de medio punto, todo en función del tráfico arriero. A la izquierda de la calle destaca la casa-palacio del Maragato Cordero; en el pueblo se la conoce por la casona. Calle adelante te toparás con la ermita del Bendito Cristo de la Vera Cruz, con torre y reloj de 1926. Dec¡a el periodista Esteban Carro Celada que Santiagomillas era "un grito de relojes". Casi enfrente de la ermita está la llamada Plaza de la Laguna, que un grupo entusiasta de vecinos del Barrio de Arriba remozó y convirtió casi en un parque, con su fuente y plaza de agradecimiento.
Siguiendo calle adelante llegas a una plaza, conocida antiguamente como Juego de bolos, en la que están ubicadas unas cuantas casas maragatas que llaman la atención por sus dimensiones. Entre ellas podrás contemplar la casa de Pedro Garc¡a Matanzo, Conductor de Caudales en tiempos de Isabel II, casa maragata cien por cien. Si la hora de la comida o de la merienda te sorprende en este Barrio, también tienes en esta plaza el mesón de Lucinio Rodríguez, ubicado en una casa maragata y donde puedes degustar el llamado cocido maragato. Junto a la Iglesia tienes otro estupendo mesón, Casa Arturo, donde también quedarás muy satisfecho si decides recobrar fuerzas en él, con un buen cocido o una buena merienda. Antes de marchar no dejes de dar un paseo por la conocida ahora como Calle Larga, y que en tiempos de arrier¡a se denominaba como calle de la Recua, haciendo alusión al conjunto de machos que el maragato empleaba en el tráfico arriero. Te topar s con una casa maragata con la entrada y arco m s esplndido de la Maragater¡a, orientada al sol naciente. Pienso, desconocido viajero, que no dudarás en visitar tan peculiar población maragata.
Por defender los caudales del Estado en 1848
Maragato de Santiagomillas asesinado en Las Médulas
Noticias sobre los maragatos nos sorprenden, cuando menos lo esperamos, en los trabajos de investigación o catalogación de documentos en nuestro Archivo diocesano, o en datos facilitados por alguna persona, entusiasta de todo lo maragato y astorgano, como es el caso de Alberto Delgado.
Desde hace varios años en que Alberto Delgado compró casa en Santiagomillas, nos honra con su presencia durante algunos días del mes de agosto en este pueblo maragato. Sabedor del entusiasmo del que suscribe por el tema Maragatería, me entregó unas fotocopias en orden a un trabajo de investigación genealógica que, a su vez, le había entregado un amigo.
El personaje a investigar es Toribio Pérez Alonso, nacido en Santiagomillas el 18 de diciembre de 1816 (ADA. 9/13.B/2.fol. 313Vt). No sería noticia este maragato si no fuera lo que le ocurrió el 12 de Junio de 1848 en el pueblo de Las Médulas, en pleno Bierzo. Toribio Pérez, al igual que otros maragatos de Santiago de Millas, tenía como misión el transporte de los caudales del Estado -en el caso de este maragato- del dinero de las contribuciones de las provincias de Orense y Pontevedra, con destino a Madrid, cuya cantidad ascendía a varios millones de pesetas en oro y plata. Al llegar al sitio conocido, como de la Peralia, fue asaltado por una patrulla de bandoleros, no pudiendo defenderse, dada la poca custodia con que contaba, quedando solo en su puesto por haber huido los soldados que el Gobierno le había facilitado, murió gloriosamente defendiendo los intereses que el Gobierno le había confiado, después de haber recibido los auxilios espirituales. Hasta aquí la noticia judicial del hecho. Sin embargo es el Párroco de Las Médulas, D. Sebastián Alvarez, que asistió al maragato asaltado y asesinado, el que nos da más noticias del hecho en el libro 2 de Difuntos, fol. 113 vt, depositado en el Archivo Diocesano de Astorga.
Dejó escrito el Párroco de Las Médulas en la partida de defunción de Toribio Pérez:
"Después de los Físicos haber reconocido el cadáver de Toribio Pérez, maragato, marido que fue de Manuela Rodríguez, vecinos que aquel fue y esta es de Santiago de Millas, recibió tan sólo el Sacramento de la Penitencia, por haber sido herido en el robo ejecutado al sitio de la Peralia de este pueblo, yo D. Sebastián Alvarez; de mandato de D. Juan Rodríguez, Alcalde Constitucional de este Distrito Municipal y comisionado por el Sr. Juez de Primera Instancia de Ponferrada, ajusté dar sepultura al cadáver de dicho Toribio a los pies de Esteban Lorenzo junto a la torre, arrimado a la pared del osario".
Por el mismo Párroco sabemos que no fue asesinado sólo el maragato Toribio Pérez, sino también Esteban Lorenzo, vecino del Bal de S. Lorenzo en Maragatería, según nota marginal de la partida de defunción del dicho Esteban.
Efectivamente el Párroco de Las Médulas dio sepultura a Esteban Lorenzo, hijo lejítimo de Manuel Lorenzo y Josefa de la Cuesta, difuntos y vecinos que fueron de dicho Bal.
Según su partida de defunción -extendida en el mismo folio que la de Toribio Pérez-, era soltero, natural del Bal de San Lorenzo y criado de D. Benardino Franco, vecino de Santiago de Millas. Lo mismo que Toribio Pérez fue muerto violentamente al sitio de la Peralia, término de dicho Médulas, no recibió Sacramento alguno.
Hasta aquí la curiosa noticia que el Párroco de Las Médulas nos dejó en ambas partidas de defunción del 12 de Junio de 1848. La duda que nos queda es si Esteban Lorenzo, del Val de San Lorenzo y criado de D. Bernardino Franco venía contratado por Toribio Pérez, maragato de Santiago de Millas, y murió asesinado por defender el dinero de las contribuciones o traía otro cargamento distinto y fue también asaltado por los bandoleros. Bernardino Franco, maragato acaudalado pertenecía al grupo de maragatos de Santiago de Millas que tenían la Empresa de Diligencias del Poniente de España que transportaba viajeros desde Madrid a Santander y Oviedo según el libro de viajes de dicha empresa maragata que tengo en mi poder; pudo ser un asalto clásico de bandoleros a una diligencia, algo muy corriente en esa época de mediados del XIX.
Una vez más este testimonio escrito que el Juez de Ponferrada y el Párroco de Las Médulas nos han dejado sobre el mismo triste acontecimiento, nos confirma en la lealtad y nobleza de los maragatos a la hora de defender hasta con sus vidas los encargos o personas que transportaban. En este caso, como en otros relacionados con maragatos, la leyenda se encargó de mitificar hasta tal punto las riquezas propias y ajenas que manejaban, que en el pueblo de Las Médulas actualmente se cuenta, como algo histórico, que cuando los bandoleros asesinaron y robaron los caudales que transportaba Toribio Pérez, algunos machos de la recua llegaron solos hasta Santiago de Millas cargados de monedas de oro y de plata, siendo asaltados por los vecinos del pueblo y despojados de tan gratuito, como inesperado botín. Inverosímil me parece esta leyenda, ya que, como es lógico, los bandoleros darían buena cuenta del cargamento sin dejar que se les fuese de las manos de una manera tan romántica.
Penitencias del cura de Santiagomillas a sus feligreses (1.673)
En febrero de 1.995 publicaba en EL FARO ASTORGANO un artículo, que casi llevaba este mismo título, pero entonces se refería a feligreses de Santa Colomba de Somoza y, entre ellos, algunos maragatos.
En el libro más antiguo de fábrica de la Parroquia libro de ingresos y gastos a finales del siglo XVII, estaba de cura en Santiago de Millas, D. Mateo Nieto. Por las anotaciones que el párroco (como de pasada) nos dejó algunos feligreses no cumplian con sus deberes, tanto religiosos, como de especiales encargos que en la Parroquia tenían.
Santiago de Millas, entonces, como ahora, estaba dividido en dos núcleos de población: Barrio de Abajo (en el siglo XVI ya se le denomina en la documentación Barrio de Penillas, anexo de Santiago de Millas), y al Barrio de Arriba, siempre como Santiago de Millas, hasta bien entrado el siglo XIX, en que se les denomina Barrio de Arriba y Barrio de Abajo.
Sobre el primero que caen las penitencias del Párroco es, precisamente sobre el Mayordomo de la Iglesia (especie de Sacristán Mayor de ahora) que era vecino del Barrio de Abajo o de Penillas:
Primeramente di de penitencia al Mayordomo de Penillas media libra de cera para alumbrar al Santísimo Sacramento porque faltó en tres días festivos de echar agua en la pila y por no haber acudido a tiempo a traer lumbre y vino y lo demás necesario para decir Misa (...) y porque no abrió la Iglesia cuando se lo mandé".
La siguiente multa se la pone el cura, también, a un Mayordomo, y en este caso, al de la Cofradía del Santísimo. A finales del siglo XVII había en la parroquia de Santiago de Millas las siguientes Cofradías: La del Santísimo, Ánimas, Cruz, Santa Lucía, San Miguel y San Andrés, de las cuales no queda ninguna. Veamos el motivo que tuvo el Párroco para ponerle una penitencia a este Mayordomo del Santísimo:
Al Mayordomo del Santísimo Sacramento puse de penitencia dos libras de cera por haber estado la lámpara del Santísimo tres días sin luz y por no haber dado la cera a los cofrades de dicha Cofradía un Domingo tercero del mes.
En Santiago de Millas hasta entrado este siglo, el Domingo tercero de cada mes, se celebraba en la Iglesia parroquial la Minerva. Después de la Misa se hacía una procesión con el Santísimo en la custodia de los terceros, alrededor de la Iglesia parroquial y, durante la misma, los cofrades llevaban velas encendidas, acompañando al Santísimo. Este fue el olvido del Mayordomo que mereció una penitencia del Párroco.
Sigamos con las multas o penitencias del Párroco, en este caso a feligreses que no cumplían bien con el Precepto Dominical:
A Pedro Feliz el Viejo le puse de penitencia un quarterón de cera, para la luz del Santísimo, por haber estado hablando al tiempo del Ofertorio de la Misa Mayor, muchos días festivos, cosas que no convenían al Culto Divino.
Distingue el Párroco, D. Mateo Nieto, la Misa Mayor de la Misa de Alba, que todos los días festivos había en la Parroquia, y que personas mayores del pueblo conocieron perfectamente.
Sigue el Párroco con sus penitencias:
A Marcos Luengo por no haber llevado el Pan Bendito dos Domingos a la Iglesia".
Esta preciosa costumbre dominical (en mala hora suprimida) de niños, en los veranos en casa de los abuelos en Santiago de Millas, la conocimos personalmente. A los fieles que asistían a la celebración de la Santa Misa del Domingo, se les ofrecía a la salida, junto a la pila del agua bendita, un trocito de pan, bendecido en el Ofertorio por el Sacerdote, al mismo tiempo se les daba a besar el Portapaz. Cada Domingo se encargaba una familia del pueblo de llevar el Pan Bendito a la Misa Dominical.
El Párroco ahora pone penitencias a algunas personas (especialmente mujeres) que tenían la fea costumbre de llegar siempre tarde a Misa, algo que todavía hoy en muchas parroquias, se sigue dando.
A Juana Franco y a Juana Rodríguez cuatro cuartos de penitencia porque acudieron tarde a Misa".
A la criada de Tirso Rodríguez cuatro cuartos por llegar tarde a Misa.
Por último damos la relación completa de los feligreses de Santiago de Millas a los que su cura, en el ya lejano 1.673, puso penitencias:
A Domingo Pérez ocho cuartos porque fue quatro días festivos sin capote a Misa.
A María Martínez un cuarterón de cera porque trabajó con los bueyes en día festivo.
A Santiago Rodríguez otro quarterón de cera por lo mismo.
A María Franco, vecina del Barrio de abajo de Penillas, otro quarterón por lo mismo.
Aunque los arrieros maragatos parece ser que en esta ocasión se libraron de las penitencias del Párroco (en el documento no se les menciona expresamente como tales), mucho nos tememos que Tirso Rodríguez que, en otros documentos, un tanto cercanos, aparece como arriero, pagaría la multa que el Cura le puso a su criada por llegar tarde a Misa.
Es curioso la cantidad de costumbres, estilos, relacionados con la religiosidad popular, que han llegado hasta nosotros, por estas anotaciones de los párrocos que, como de pasada, nos dejaron en los libros de fábrica de las Iglesias, que son un auténtico tesoro a la hora de investigar sobre una parroquia determinada.
La Guerra de la Independencia en los pueblos de la comarca
Tropas francesas roban las alhajas de la iglesia de Estébanez y saquean el pueblo (1.811)
En esta ocasión fue el conocidísimo pueblo de Estébanez de la Calzada el que tuvo que sufrir la nefasta ocupación de las tropas francesas con los consiguientes daños que para la parroquia y el pueblo tuvo. El mismo encabezamiento del expediente procesal nos introduce en el tema:
El Párroco de Estébanez sobre información de un robo de varias alhajas y dinero que por los franceses se le hizo".
Aunque fueron varios los testigos que en el proceso declararon sobre lo acontecido, y siempre a favor del Párroco, nos vamos a detener en la declaración del mismo Párroco don Juan Rodríguez Porras:
Yo el infrascrito, párroco de este lugar de Estébanez, certifico y juro por una señal de la Cruz, según corresponde a mi estado, ser cierta la poca seguridad de mi Iglesia para tener en ella las alhajas y efectos de plata para adorno del culto Divino, por los muchos robos que en otras de estas inmediaciones se han experimentado; receloso de que acaeciese lo mismo en la de este pueblo, máxime estando continuando las bóvedas principiadas en el año pasado de mil ochocientos ocho, y suspendidas desde entonces por las circunstancias bien notorias de la guerra, determiné extraer de la Iglesia dichos efectos y alhajas de plata y custodiarlas en un subterráneo que hay en la casa que en dicho lugar tiene, por su Mayorazgo, D. Diego Moreno (hoy difunto), vecino que fue de la Ciudad de Astorga, teniendo en ella los materiales para la citada obra de las bóvedas de la Iglesia y en donde conservé, el día primero de Febrero del año de mil ochocientos nuebe, los referidos efectos y alhajas.
Sin embargo de haberse alojado en la misma, más de cuatrocientos hombres, de los ocho mil, que de las tropas francesas, hicieron noche en este lugar, por considerar más seguridad, hasta el día 15 de julio del año próximo anterior.
Como de pasada, se nos dan unos pocos datos que son muy interesantes. Se nos dice que en 1.808 se estaban haciendo las bóvedas de la Iglesia, tal como ahora la podemos contemplar: de cruz latina, con bóvedas de arista y la media naranja o cúpula central, que separa la capilla mayor de las capillas laterales y de la nave, dando al exterior una impresión de esbeltez, no carente de empaque. Incluso uno de los testigos nos da el nombre de uno de los obreros que intervinieron en la obra de las bóvedas: Julián de Vega, ahora difunto, vecino que fue del Arrabal de Puerta de Rey, de Astorga.
Pero sigamos con la declaración del Párroco:
Con motivo del saqueo general del pueblo que hicieron dichas tropas francesas, franquearon todas las puertas de la nominada casa, arcas y baúles que había y tenían los vecinos de este pueblo en las suyas (...).
A continuación el párroco nos da una detallada lista de las alhajas que los franceses robaron del subterráneo de la casa del Mayorazgo de los Moreno:
El biril nuevo de peso de noventa onzas y media de plata. El copón de catorce onzas, también nuevo. Una concha para bautizar de cinco, de plata. La calabaza de la cruz parroquial, de peso de unas siete libras. Dos juegos de vinajeras con sus tapas y platillos, todo de plata.
Hasta aquí la relación del ajuar de plata de la Iglesia de Estébanez que los franceses robaron. Según el documento algunas cosas aparecieron, pero fueron las que no tenían apenas valor. Lo más grave fue que algunos vecinos del pueblo entregaron al Párroco alhajas y ropas para que, juntamente con las de la Iglesia, se guardasen en el subterráneo, y corrieron la misma suerte.
Pero no sólo se conformaron con el robo de las alhajas de la Iglesia, sino que se llevaron también el dinero de las cofradías de la parroquia, cuya relación, dado su interés, damos a continuación:
De la Cofradía de San Roque, setecientos catorce rls. y cuatro maravedises. De la de San Mamés, ciento cuarenta y cuatro rls. y cuatro mrs. De la de Nuestra Señora del Rosario, quinientos cincuenta y nuebe rls y trece mrs. De la imagen de San Antonio, tres mil doscientos setenta y un rls y trece mrs. De la Cofradía de la Santa Cruz, quinientos setenta rls. y diez mrs. De la de las Ánimas, cincuenta y ocho rls. y treinta y tres mrs. De la fundación de la Misa de Alba, dos mil doscientos treinta y ocho rls. y once mrs. De la Obra Pía del Hospital, ochocientos cincuenta y tres rls. con veinte mrs. (...).
Según nos cuenta el párroco en su testimonio:
Todas estas cantidades estaban en el subterráneo con separación en tantos talegos de lienzo y estopa con sus respectivos rótulos y papeletas, de los que sólo se encontraron, aunque vacíos, cinco y sin dichas papeletas que en ellos había, espresibas de las referidas cantidades".
Concluye el interesante testimonio del Párroco con su firma y rubrica: Juan Rodríguez Porras. Nos gustaría analizar algunos datos curiosos que el documento nos ofrece pero, dado el espacio y el tiempo, lo dejamos para otra vez.
Publicado en El Faro Astorgano en 1.997
Maragatos en Castrillos de Cepeda: 1791 y 1821
Es curioso y gratificante el hecho, no infrecuente en el trabajo de investigación o catalogación de documentación del archivo, de encontrarte con datos que no buscabas pero que te alegras profundamente de haberte topado con ellos.
Hace unos días, buscando datos artísticos sobre el retablo mayor de la Iglesia parroquial de Castrillos de Cepeda, me llevé la sorpresa de encontrarme con los siempre discutidos y sorprendentes maragatos. El cura del pueblo, D. Juan Antón González, nos dejó, como de pasada, la siguiente nota en el apartado de "Data" de las cuentas de fábrica, correspondientes a 1791:
"Ytem. Cincuenta y cuatro rls. que satisfize a Manuel el Maragato por ocho días de ocupación en la compostura del trono de Ntra. Sra. del Rosario y hacer el Atril y Colgadero de capas".
Sigo convencido de que de los maragatos siempre estamos aprendiendo algo nuevo cuando la documentación -la fuente más fidedigna- anda por medio. De nuevo nos encontramos con un maragato un tanto sorprendente. Lo más normal sería que a finales del siglo XVIII, en pleno apogeo de la arriería, "Manuel el Maragato" se dedicase a llevar y traer mercancías de Castilla a Galicia y viceversa. Sin embargo, esta anotación del cura de Castrillos nos demuestra que no, ya que el trabajo de este maragato era la carpintería. Est claro que si en el pueblo lo conocían por "Manuel el Maragato" -él era el único maragato que a finales del siglo XVIII vivía en Castrillos en medio de Cepedanos- sin duda oriundo de la Somoza o Maragatería que salió de su pueblo para ganarse el pan con sus labores de alta carpintería, dada la obra que el Párroco le encomendó. También puede ser que su estancia en Castrillos se redujera a los ocho días de trabajo que la obra le llevó y que, una vez concluida, volviese a su querida Maragatería.
Para m¡ lo importante del documento es la confirmación, una vez más, de que no todos los habitantes de la Somoza -algo ya requetesabido- se dedicaron al transporte de mercancías, sino a múltiples trabajos y labores. Está claro que el documento que, a finales del siglo XVIII; ya el apelativo de "maragato" había pasado a todos los habitantes de la Somoza, se dedicasen o no al tráfico arriero, es decir, prescindiendo de que fuesen o no realmente maragatos.
Por si no bastase este documento en el mismo libro de fábrica de la parroquia y en las cuentas de 1821, el párroco D. Francisco Antonio Casado de nuevo se sirve de "Los Maragatos" para hacer algún trabajo en su Iglesia:
"Es Data doscientos rls. que llevaron los Maragatos por retejar y blanquear la Iglesia".
En este caso parece ser que se trataba de una pequeña empresa de "maragatos albañiles", algo bien distinto y distante de la arriería. Es curioso que de nuevo y en plena Cepeda volvamos a encontrarnos con los maragatos. Tal vez eran conocidos por su buen hacer en la importante labor de "retejar" o "socorrer" los tejados y el párroco de Castrillos los contrató. Si este dato hubiese sido de este siglo nuestro no nos hubiese extrañado lo m s mínimo, ya que cuadrillas de albañiles, procedentes de Maragatería, han prestado sus buenos servicios en pueblos de la comarca y fuera de ella y que a muchos hemos conocido y conocemos todavía. Sin embargo, en 1821, cuando la arriería no había tocado fondo todavía, sí es un tanto curioso encontrarnos con "maragatos" subidos por los andamios y andando por los tejados; claro que, como en el caso anterior de 1791, estos ya eran conocidos como "Maragatos" por analogía de procedencia de la misma tierra de los arrieros o maragatos.
Esta conclusión nos demuestra, una vez más, el influjo sorprendente que los maragatos tuvieron en la comarca que, sin ellos pretenderlo, fueron capaces hasta de cambiarle el nombre, siendo como eran una minoría en el porcentaje de habitantes de la Somoza de Astorga.
Publicado en El Faro Astorgano en 1.997
José Manuel Sutil Pérez