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Pasión y muerte con chocolate de Astorga

No todos, pero muchos astorganos sí sabrán que los braceros de "La paciencia" uno de los pasos más populares que salen en la mañana del viernes santo, cumplían con un jocoso ritual, un vez atomilladas las figuras a las andas y dispuestas para la procesión. Un cofrade encendía una cerilla y ahumaba con su llama el trasero de Cañinas, de tal modo que era curiosidad acostumbrada observar, cuando el paso descansaba en la plaza Mayor, aquel fogonazo de humo que no era sino una réplica a la burla que le hace al Señor paciente coronado de espinas.

No tengo constancia de si esta costumbre esta vigente, si la simbólica tortura a la estatua se hace todavía. Quiero pensar que aquella práctica era obra de un entretenido mocerío con ganas de juerga, una especie de novatada anual que se le imponía a Cañinas como alegoría o figuración de la maldad, y no un gesto de herencia antisemita como probablemente sea el origen de esa frase -"matar jud¡os"- con que aún se denomina a tomar unos chatos de limonada.

Esta actitud burlona o en su caso insultante está decayendo en desuso desde hace algunos años, desde que la Iglesia ha decidido purificar su memoria en relación con los judíos y tomar conciencia de que ningún cristiano debe olvidar que es "espiritualmente semita" y que cargar la responsabilidad de la muerte de Cristo a todo un pueblo es alimentar los odios religiosos y hacer caso omiso del "perdónalos que no saben lo que hacen".

Hay en los comportamientos populares y en la literatura sobre la Pasión muchos ingredientes grotescos. Asoma, hasta un pasado bien reciente, una especie de revancha o de animosidad que se disculpa como reacción popular ante la injusticia y que se ha perpetuado como factor folklórico en escenificaciones no purificadas. A veces con la mejor de las intenciones. También ha prendido en el reino de lo novelesco.

Releyendo últimamente el Nazarín de Benito Pérez Galdós, donde se relata la vida y añoranzas de un cura manchego que recuerda el comportamiento de Jesús, me reencontré‚ con la actitud de un alcalde, un Pilato interrogador y socarrón, no sé si además un poco Cañinas, que se burla de Nazarín y tras soltarle una perorata burlona sobre este "Jesucristo nuevo" le amenaza con la cárcel pero no con la cruz, para terminar diciéndole: "Pero no apurarse, que con meterle en una casa de locos cumple la Justicia, y ni azotes le darán, que ya no se estila. "Sacrificios higiénicos, es decir, en azotes... Pasión y muerte, con chocolate de Astorga..." ­Ja, ja !...". Esta alusión galdosiana al chocolate de Astorga en este contexto se convierte en devaluación, encaja en esa grotesca dulcificación propia de una sociedad "cuyo único afán es divertirse", capaz de tomar por loco a un eventual Cristo que volviera a la tierra, como hace el nuevo Pilato manchego.

Qué sorpresa la del chocolate de Astorga en boca de este alcalde mesetario. Y eso que nunca pudo conocer Galdós el revuelo levantado en los años sesenta cuando se difundió por la antenas de Radio Popular aquella conjetura aventurera por el escriturista Maximiliano Garc¡a Cordero imaginando a un Poncio Pilato nacido en Astorga. No se lo podía imaginar Galdós, y sin embargo se le ocurre inventar un personaje que tiene todas las trazas de un moderno Pilato que para colmo menciona, y con que degradante intención, la salida repostera del chocolate.

Pero la filiación hispana -astorgana- de Pilato es ya por primera vez, que yo sepa, carne narrativa en una novela de hace diez años. En Golgoth de Ramón Hernández se puede leer esta viñeta descriptiva: "Pilato, derrangado en un sillón áureo, escoltado por su guardia, mirábales con evidente desgana, mientras acariciaba en su regazo a un gato pardo español, oriundo de aquella lejana península donde naciera él mismo hacía ya casi medio siglo". La escena está fechada en la mañana del viernes de la primera Semana Santa.

José Antonio CARRO CELADA

Publicado en El Faro Astorgano en 1998

Sobre el poaisble nacimiento de Poncio Pilatos en Astorga, ver ¿Nació Poncio Pilatos en Astorga? de Esteban Carro Celada