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Como en los tiempos de Gárgoris

por Lorenzo López Sancho


La lectura de los libros de Historia nos consuela y nos desconsuela. Por una parte, nos enseña que no hay error que los hombres o los pueblos no repitan. Eso es desconsolador. Por otra, nos informa de que para el desarrollo de la Humanidad los milenios son poco más que los años para el hombre, para uno. Esto último significa que la Humanidad es muy joven. Si nos apuramos, que la Humanidad permanece aún en una etapa primitiva.

Hace años escribía yo una historia televisiva que se titulaba El parpadeo de Visnú. Estoy seguro de que nadie la recuerda. Se basaba en la idea del tiempo que tiene la mitología india. En el tiempo de Visnú los años humanos son menos que partículas de polvo. Mientras Visnú parpadea transcurren miles y miles de años de la medida humana. Esta noción nos consuela frente a las desdichas del presente, ya que el presente no es ni siquiera un instante.

A ratos muy cortos, cortísimos, he empezado a leer esa historia mágica de España, titulada Gárgoris y Habidis, con la que el joven historiador Sánchez Dragó ha organizado la marimorena. La historia mágica, lo heterodoxo en la Historia, sí que es consolador. Nos incita a soñar que las cosas han sido de otro modo diferente de aquel en que nos han sido contadas. Podemos pensar que si, en rigor han sucedido de otro modo, pueden estar pasando ante nuestros ojos carentes de iluminación de manera menos negativa de lo que al leer los acontecimientos en los periódicos, en los libros poseídos de los demonios de la inmediatez, nos parecen.

Gárgoris, cuenta Sánchez Dragó, rey de los alnetes, fue el inventor del arte de recoger la miel. En 1.924, Ortega y Gasset, bajo el título de Abejas milenarias, refiriéndose a una exposición de pinturas rupestres, comentaba una en la que aparece un hombre colgado que castra una colmena situada en el agujero de una roca. Ese hombre de la prehistoria, decía entonces el maestro, perdura en las actividades tradicionales de los veddas de Ceylán. Los milenios han pasado. Actos prehistóricos perduran. Pensaba Ortega que esa persistencia a través de los cambios provoca en el espíritu una reacción de estupor favorable a las emociones mágicas. No hay que desanimarse, pues.

Gárgoris era padre de Habidis, que a la vez era su nieto, porque Gárgoris lo había tenido con una de sus propias hijas que, por consiguiente, era a la vez abuela de su hermano, Habidis. Líos familiares. Pero ese Habidis parece haber sido el fundador, hace milenios, de la ciudad santa de Astorga, que así vendría a ser el núcleo urbano más antiguo de la Península. Como astorgano pienso que, desde entonces, mi pueblo ha avanzado realmente muy poco. Ya hablaba de eso de Habidis Pedro Junco en el siglo XVII.

Lo que yo me estaba preguntando es si avanzamos o no avanzamos. Si todavía está la Humanidad en el lapso cortísimo de un somnoliento parpadeo de Visnú. Lo digo porque leo hoy que los Estados Unidos, para proteger sus suministros de petróleo piensa organizar una poderosa fuerza militar de intervención que asegure sus abastecimientos. Seguimos incapaces de establecer un arreglo general. Los castradores prehistóricos de colmenas también tenían el privilegio de repartir a su gusto la miel.

 

Lorenzo López Sancho

Publicado en El Pensamiento Astorgano