DOSCIENTOS AÑOS DEL SEMINARIO DE ASTORGA
Máximo Álvarez Rodriguez
A raíz del Concilio de Trento (1545-1563) que determinó se construyeran centros para la formación de los sacerdotes, el Obispo D. Francisco Aguado, en 1677, propuso al Cabildo la idea de construir un Seminario, pero fue en el año 1766 cuando el Obispo Sánchez Cabezón, sin descuidar la construcción de un nuevo edificio, decide instalar un pequeño seminario frente a la parroquia de Santa Marta hasta que en 1799, hace ahora doscientos años, el Obispo Gutiérrez Vigil decide establecerlo ya en el actual edificio, cuyas obras aun no habían sido rematadas.
No cabe duda que para la ciudad de Astorga y para toda la Diócesis, incluso más allá de sus fronteras, el Seminario ha sido una pieza clave, no solamente desde el punto de vista religioso, sino también desde el punto de vista cultural. En unas épocas en que escaseaban los centros de enseñanza, el Seminario desarrolló un papel extarordinario, pues por él pasaron miles de niños y jóvenes que, aunque no todos llegaran al sacerdocio, tuvieron ocasión de recibir una muy buena formación. Nunca faltaron en él excelentes profesores ni aventajados alumnos y su extensa biblioteca, con más de 40.000 volúmenes (entre ellos piezas de gran valor) es un signo más de la calidad y alto nivel de su enseñanza.
Reformas significativas.-A pesar de sus grandes dimensiones, a veces era incapaz de albergar a todos los alumnos, de tal manera que llegó a tener hasta 400 alumnos externos. Y otros muchos tenían que estudiar en escuelas o precepctorías en distintos puntos de la diócesis. Así mismo el edificio ha experimentado diversas reformas a lo largo de su bicentenaria historia. Fue muy importante la iniciada por el Dr. Mérida Pérez que decidió construir un pabellón nuevo y añadir una planta más al resto de la edificación. Dichas obras se culminaron en 1963, en tiempos de Don Marcelo. En los años 60 se consideró necesaria la cosntrucción de un nuevo Seminario para los alumnos de latín y humanidades, el Seminario de la Bañeza que tuvo una breve, pero apretada historia. En la actualidad, han vuelto a juntarse en Astorga los seminarios mayor y menor. Como de todos es sabido, ha descendido considerablemente el número de alumnos. No obstante, ello no ha sido obstáculo para que recientemente se hayan hecho importantes reformas. Dicho con palabras del Señor Obispo, Don Camilo: "la historia del Seminario es larga y fecunda y creemos que está llamado a tener vida en el futuro, por eso hemos dedicado importantes medios a renovar el edificio. había que dotarle de unas instalaciones que reúnan las condiciones exigidas hoy a un centro de formación y lo preparen para afrontar los retos del próximo milenio".
Belleza exterior y valores internos.-.A la hora de hablar del Seminario cabe hablar de dos realidades distintas: por una parte el edificio y por otra las personas que lo componen y su organización. En cuanto al edificio cabe resaltar que se trata de una construcción sobria y al mismo tiempo esbelta y elegante. Un bello edificio de piedra del que merece la pena destacar la fachada, los claustros, el Aula Magna, la capilla... Sus dependencias no son lujosas, pero sí muy dignas y todo el conjunto forma una construcción noble, sólida y armónica
La otra realidad es la formada por las personas: formadores, profesores y otras personas que en mayor o menor grado, están integradas en el Seminario. Habría que incluir aquí también la organización interna, el plan de estudios, la disciplina, la vida de piedad, etc... Los que hemos pasado por el Seminario tenemos que reconocer que es mucho lo que le debemos en todos los sentidos y aunque siempre haya aspectos mejorables se puede decir que sin lugar a dudas la balanza se inclina del lado de lo positivo.
Fábrica de curas. Teniendo en cuenta que la finalidad primordial del Seminario es la formación de los nuevos sacerdotes, es preciso reconocer que el Seminario de Astorga ha dado a lo largo de estos dos siglos abundante fruto, aproximadamente 4.000 curas. En él se han formado la casi totalidad de sacerdotes que a lo largo de estos dos siglos han atendido los más de mil pueblos que componen la Diócesis. Y si bien es cierto que ya no tienen lugar aquellas ordenaciones de 30 ó 40 sacerdotes al año, aun sigue dando sacerdotes, mientras que en alguna otra diócesis el seminario ya no existe o está vacío.
A la hora de formar a los nuevos curas es necesaria una buena formación cultural. En este sentido el programa de estudios es bastante completo. Una vez terminados los estudios de Enseñanza Media (ESO y Bachiller) la "carrera" de cura dura seis años llamados de Estudios Eclesiásticos. Y dado que el seminario de Astorga está afiliado a la Facultad de Teología del Norte de España, con sede en Burgos, los alumnos acaban con la licenciatura en Estudios Eclesiásticos, que tiene también validez civil. Los estudios de filosofía, teología, historia, psicología, pedagogía, derecho, música, Sagrada Escritura, lenguas clásicas y modernas etc... capacitan a los alumnos para tener una cosmovisión que les permita entender y servir dignamente a los hombres y mujeres de nuestro mundo.
Pero además de la formación intelectual, el candidato a sacerdote necesita una adecuada formación y experiencia religiosa. El Seminario ayuda a vivir el encuentro con Dios, particularmente a través de la oración y demás prácticas religiosas. Así mismo es muy importante la práctica del deporte, el teatro, la literatura, el cultivo de la amistad, de las buenas formas, de una vida moral sana.
Momentos difíciles
En estos dos siglos de historia el Seminario ha pasado por situaciones difíciles. Una de ellas, fue en 1868, cuando el Gobierno le retiró la dotación asignada, descendiendo bastante el número de alumnos. Otro momento crítico tuvo lugar cuando estuvo a punto de desaparecer, dado que se quería hacer coincidir las diócesis con las provincias, lo cual llevaría consigo la desaparición del Seminario. Particularmente significativa fue la manifestación de protesta que por este motivo hizo la ciudad de Astorga en el año 1902, ante el edificio del Seminario, desde cuyo balcón el Obispo P. Vicente Salgado habló y bendijo a los manifestantes. Sin duda dio resultados positivos.
No fueron momentos fáciles los años de la Guerra Civil en que muchos de los alumnos tuvieron que incorporarse a filas. Y particularmente angustiosos fueron los años de la postguerra, especialmente por el problema del hambre al que habría que añadir el tema del frío.
En el año 1968 los seminaristas se adelantaron al mayo francés, la "crisis" llegó con anticipación al Seminario de Astorga. Sin entrar ahora a valorar el acierto o desacierto de la medida, el hecho es que el entonces Obispo Don Antonio Briva decidió cerrar el Seminario y enviar a todos los alumnos a sus casas. Varios alumnos y profesores, voluntaria o involuntariamente, ya no regresaron. En septiembre del 69 el Seminario abrió de nuevo sus puertas y ahora la pesadilla mayor es la escasez de alumnos, si bien se ha ido manteniendo.
Motivos y momentos de gloria.- También ha habido momentos muy gloriosos. Particularmente significativa fue la visita de la Reina Isabel II en el año 1858. Así mismo el Obispo Antonio María Claret, que más tarde sería elevado a los altares, visitó el Seminario colocando un anillo en la bella imagen de la Inmaculada que preside la capilla. Y hablando de visitas ilustres también durmió una noche en la hospedería del Seminario Monseñor Roncalli, quien más tarde llegaría a ser Papa con el nombre de Juan XXIII.
Sería muy largo enumerar la lista de tantos personajes ilustres como han estudiado en el seminario. Para muestra enumeraremos algunos nombres, guiados por Don Augusto Quintana que en la década de los 70 nos facilitó la siguiente lista:
-Arzobispos: Antolín López Peláez, de Tarragona; Agustín Parrado y Balbino Santos Olivera, de Granada; Luis Alonso Muñoyerro, titular de Sión y Capellán Castrense, (Añadamos ahora a Santiago Martínez Acebes, de Burgos y Julián Barrio, de Santiago de Compostela).
-Obispos: Manuel Morete Bodelón, de Astorga; Manuel Sanromán Elena, de Calahorra; Juan Lozano, de Palencia; Bienvenido Alonso Nistal, de Caroní; Angel Riesco Carabajo, Eloy Tato Losada, Atilano Vidal, (Rafael Palmero, de Palencia...)
Dentro de un campo científico y puramente eclesiástico -téólogos, filósofos, canonistas, moralistas, escrituristas-, hay una larga lista de la que podemos recoger los nombres siguientes: Antonio Martínez Sacristán, Ricardo Sabugo, Pedro Goy Garrote, Francisco Herrero González, Pablo León Murciego, Miguel Mostaza, Olís Robleda, Teodoro Rodríguez, Lorenzo Miguélez, Lorenzo Turrado, Angel González Núñez.
- Humanistas insignes fueron: Lázaro Bardón, Juan Alvarez Vega, Teodoro Rodríguez, Pedro Carro Rodríguez, Cancio Erasmo Gutiérrez, Manuel Rodríguez y Rodríguez, Marcelo Macías y García...
- He aquí unos cuantos nombres sobresalientes en el campo de la Historia: Modesto Lafuente Zamalloa, Pedro Rodríguez López, Tirso López Bardón, Antonio Berjón y Vázquez, José García Armesto, Casimiro Torres Rodríguez, Justo Fernández Alonso.
- Literatos y periodistas:Francisco Blanco García, Enrique Gil y Carrasco, Silvestre Losada Carracedo, José María Goy, Melitón Amores González, Esteban Carro Celada, Bartolomé Mostaza, Juan Carlos Villacorta José Luis Martín Descalzo, Felipe Fernández Armesto.
A todos estos habría que añadir científicos como el padre Angel Rodríguez de Prada; oradores, como Antonio de Castro Santibáñez, Francisco de Castro, Luciano García, Enrique Vázquez Camarasa, y misioneros como el famoso padre Ferreras.
Y, para que no faltase nada en este elenco glorioso, aun podríamos añadir músicos, como Venancio Blanco y Ramón González Barrón y pintores, como Lorenzo Fuentes y Andrés Prieto.
Entre estos nombres hay catedráticos y rectores de universidades nacionales y extranjeras, catedráticos y directores muy prestigiosos de Institutos; políticos (Manuel Núñez, Ministro de trabajo, José Alvarez de Paz, eurodiputado...) y diplomáticos insignes, religiosos y seculares de renombre universal; algún director del Observatorio del Vaticano... Y, sobre todo, casi todos ellos han dejado detrás de sí una cantidad bien notable de libros meritísimos, que formarían una espléndida biblioteca con varios centenares de volúmenes.
En resumen, podemos decir que es de justicia reconocer el importantísimo papel que ha desempeñado el Seminario de Astorga para la ciudad, para la Diócesis y para España y para la Iglesia en general, desde los más diversos puntos de vista: religioso, cultural, humanitario...
Si miramos al futuro del Seminario hemos de reconocer que éste es imprevisible. Tampoco podemos aspirar a repetir el pasado, pero le deseamos que pueda seguir cumpliendo dignamente con su tarea primordial: formar los sacerdotes del mañana.
Máximo Alvarez Rodríguez